Teníamos claro que en nuestro último día de vacaciones antes de incorporarnos a nuestros respectivos trabajos queríamos hacer algo especial. Y por ello decidimos que más allá de las infinitas lavadoras que teníamos que lavar y planchar tras la boda, nos acercaríamos a Illescas a comer para probar de una vez por todas el restaurante de Pepe Rodríguez (sí, el de Masterchef): El Bohío. No era más que un regalo más, un capricho para los sentidos tras el enlace.
Con la premisa de ser Premio Nacional de Grastronomía en 2010, poseer una estrella Michelín desde 2009 y conseguir dos Soles Repsol en 2014 la experiencia prometía. De los tres menús con los que cuenta el restaurante elegimos el del precio intermedio (50€ por persona sin incluir IVA, bebida ni servicio). ¿Queréis ver lo que comimos?
1. Ceviche de sandía y arenque marinado. Un sabor fuerte pero interesante. Quizás el plato que más controversia podría levantar porque creo que es un sabor que o gusta o no, sin medias tintas.
2. Sopa de ajo. La sopa de ajo me tiene alucinada desde entonces. No solo por el
sabor, sino también por la textura. ¡Estaba buenísima! En realidad todos
los platos los estaban pero ese me sorprendió por ser el sabor más
tradicional como una presentación original.
3. Bacalao, guiso de garbanzos, cocochas y sus callos. Buenísimo. El pescado estaba en su punto. Muy jugoso, y para mi gusto mezclarlo con los garbanzos era todo un acierto.
4. Pluma ibérica, pesto, pepinillos y tomates. ¡Qué ternura! La carne estaba exquisita y desde luego me sorprendió el encontrarme los pepinillos calientes entre los acompañantes (creo que solo los he comido calientes en las hamburguesas del McDonald´s). La carne se partía con mirarla. Estupenda.
5. Postre de chocolate especiado con café. El plato que menos me gustó. La "tierrecita" que acompañaba el postre no me gustó demasiado y es verdad que el sabor a café era potentillo pero me recordaba al café americano (que no me gusta mucho).
6. Trufas y gominolas de naranja. Las trufas geniales y las gominolas... enamoraban. Estaban súper blanditas y muy muy ricas. ¡Si nos hubieran dado un bote me lo habría comido entero!
Además nos recibieron con varios entrantes que estaban buenisimos, entre los que destaco unos bocaditos de brandada que quitaban el sentido. ¿Qué puedo decir? Por supuesto que es un restaurante poco económico (al final con la bebida y demás la cuenta ascendió a 124€), pero si sois amantes de la comida es un gusto que os podéis dar aunque sea una única vez si la economía no permite más. Desde luego no os dejará indiferentes.
¡Ah! Y nosotros tuvimos sorpresa, pues nos encontramos con Cristobal Gómez, concursante de Masterchef. Así que como aficionados al programa, no podíamos dejar de hacernos una foto con él (tan simpático y dicharachero como en el programa).
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