La semana pasada publiqué
mi lista de deseos para los Reyes Magos y la verdad es que este fin de semana uno de ellos se ha cumplido gracias a mi amigo invisible, que me trajo dos estupendos libros de cocina, uno de recetas al horno (tartas, muffins, panes…) y otro exclusivamente de muffins. Éste me gusta especialmente porque parte de una única masa para crear 100 muffins diferentes, dulces y salados.
Ayer domingo no pude resistirme a probar una de las propuestas: muffins de bacon y cebolla; pero como todo estaba cerrado y me faltaban ingredientes en la nevera (suero de mantequilla y bacon fundamentalmente) decidí “tunear” un poco la receta base y hacer unos deliciosos muffins de lacón y cebolla para comerlos calentitos (que con el frío apetece). Aquí os dejo los pasos a seguir y el resultado.
INGREDIENTES PARA 12 UNIDADES
- Mantequilla para engrasar los moldes.
- 250 gr. de lacón.
- 7 cucharadas de aceite de girasol.
- 1 cebolla picada fina.
- 280 gr. de harina blanca.
- 1 cucharada de levadura en polvo.
- 1/8 de cucharadita de sal.
- Pimienta negra recién molida.
- 2 huevos medianos.
- 200 ml. de mantequilla fundida.
PREPARACIÓN
Precalentamos el horno a 200ºC. Mientras tanto o bien engrasamos los moldes o los cubrimos con cestillos de papel rizado (yo hice esto).
Troceamos el lacón en pedacitos pequeños y reservamos 12 tiritas para decorar el muffin. Calentamos una cucharada de aceite en una sartén, añadimos la cebolla y dejamos rehogar. Cuando esté casi lista incorporamos el lacón y sofreímos. Retiramos del fuego y dejamos enfriar (súper importante que los ingredientes estén fríos antes de mezclarlos para que la textura sea la adecuada).
Mientras se enfría, tamizamos la harina, la levadura en polvo, la sal y la pimienta (al gusto) en un cuenco grande. A parte, batimos lo huevos, a los que agregamos la mantequilla ligeramente derretida (recordad que hemos de dejarla enfriar un poco) y el resto del aceite (6 cucharadas).
En el cuenco de los ingredientes secos, hacemos un agujerito en el medio e incorporamos los líquidos y el sofrito. Los mezclamos para que queden ligados pero sin trabajarlos demasiado (recordad que si no es bueno "marear" la levadura).
Vertemos la mezcla sobre los moldes (aproximadamente 2/3 del molde) y la llevamos al horno, donde los dejaremos 20 minutos a 180ºC. Cuando creamos que están listos (aquí según el horno de cada uno) los pinchamos con un palillo y si éste sale limpio podemos sacarlos del horno.
Los dejamos reposar sobre una bandeja que permita la ventilación por debajo y pasados 5 minutos procedemos a desmoldar. ¡Listo! (recordad que se consumen calientes, que a lo mejor se os olvida que son saladitos).
Es chocante ir a morder esta típica forma de dulce y encontrarse con un sabor salado, pero a mí me gustó tanto que voy a incluirla en el menú de la cena de Navidad de este año (el cual os resumiré en otro post). ¿Qué os parece? ¿Os animáis?
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