Jueves nostálgico

Entrada programada el miércoles por la noche. A ver si se creen ustedes que si me toca la lotería voy yo a hablar de la nostalgia y no de la casa de mis sueños.

Se acercan las Navidades, y aunque es tiempo de cenas, fiestas y regalos también es tiempo de recogimiento y paz (qué dicotomía). Y en fechas como estas, en las que el almendro vuelve a casa por Navidad, me planteo que hay cosas que echo de menos.

La foto es de aquí

Echo de menos sentimientos. Pues por mucho que las Navidades me sigan gustando, y que en casa todavía haya peques que nos hagan seguir recibiendo las chuches de Papá Noel o los regalos de Reyes con mucha alegría, echo en falta la ilusión de estas fechas. Porque seamos sinceros, ni las luces, ni los belenes, ni los bocatas de calamares de la Puerta del Sol Plaza Mayor se disfrutan igual al salir de trabajo. ¡Qué carajo! Echo de menos las vacaciones de Navidad del cole (y la semana blanca si te pones).

Echo de menos a gente. Echo de menos a mi abuelo. Y es que su ausencia se nota desde la decoración misma (en casa de mis abuelos quien se encargaba de los adornos era él). Y sí, no es el único abuelo que me falta; pero sí el más importante (los ojitos me hacen chiribitas mientras escribo esto). Este año la yaya Beni nos ha demostrado que ella tampoco es de hierro, pero ni imaginarme quiero las Navidades sin ella. Reunirnos en su casa a recibir los regalos el día 6, la comida familiar en el chino (sí, en el chino, que somos así de modernos)… ¿qué nos quedaría sin eso? Hay más casas, pero no sería lo mismo. A mí me encanta nuestra rutina de Reyes: despertarte en casa y abrir los regalos; que Nani de golpes en la pared (es nuestra vecina, no so vayáis a creer que es alguien que se pone como loco si no le gustan los regalos) para indicarnos que ya podemos pasar a desayunar y ver qué nos han dejado los Reyes en los zapatos, recoger corriendo para ir a casa de los abuelos a juntarnos con el resto de primos… (aquí estoy pensando en los pobres Óscar – mi churri – y Quino – mi cuñado – que el primer año que vieran tal despliegue se pensarían que estamos todos locos).

También echo de menos las reuniones con la otra parte de la familia. Todos nos hacemos mayores y es más difícil juntarnos, pero las Nocheviejas siempre eran una fiesta en casa que acababa cuando Nani y Manolo (los vecinos, los que no dan golpes a la pared porque estén locos) volvían de fiesta trayendo los churros.

Pero lo mejor es que aunque eche muchas cosas de menos tengo muchas otras nuevas rutinas navideñas que me encantan: nuevos amigos invisibles, nuevos compañeros de paseo por Sol, nuevas mentes que me secundan para ir a ver Cortilandia, un nuevo hogar (en la sierra) por el que pasar a dar y recibir regalos, nuevos primitos adoptivos jienenses que en ocasiones aparecen en Navidades y me cuentan qué le han pedido a los Reyes, nuevas personas en las que pensar a la hora de hacer regalos…

Son estas pequeñas cosas – todas ellas emotivas hasta decir basta y sin interés alguno para muchos lectores del blog – en las que pienso en Navidad. Disculpad la divagación de hoy, de vez en cuando una también tiene sus días de autoterapia blogera. Para terminar tal pastelón de post: el anuncio que mencionábamos al principio. ¡Feliz Navidad!


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2 comentarios

  1. Si dispones de silla de ruedas, yo iré a ver Cortilandia xD. A mi me gusta el cambio de año...todo lo malo se queda atrás y lo bueno continuará en 2012. Yo te deseo todo lo mejor a ti y a los tuyos. Q sabes q las hadas madrinas tienen q estar ahí siempre. Feliz Navidad!

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  2. Tu pata este año nos ha dejado tirados. No tengo silla de ruedas pero aún así... TÚ QUIERES QUE ATROPELLEMOS A LA GENTE O QUÉ!? Que nunca hemos conducido ese tipo de vehículos :P

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