Luna de Miel en Japón. Días 1 y 2: Osaka - Nara - Kioto

A estas alturas de la vida diréis: "¿qué hace ahora ésta contándonos la Luna de Miel si hace 4 años que se casó?". Pues bien, es que me he dado cuenta de que os conté todos los pormenores de la boda, pero nunca llegué a hablaros en detalle del viaje. Y hablando con mis novios luneros me doy cuenta de que Japón sigue siendo un destino que llama mucho la atención, así que durante las próximas semanas os voy a ir desgranando las cositas que hicimos (en total habrá 3 posts sobre Japón)

Empezaré diciendo que nosotros elegimos hacer un combinado y empezar por Japón para terminar en Maldivas. Creo que es la mejor opción porque así te pegas la paliza de andar y hacer visitas en la primera parte de la Luna de Miel y luego te dedicas a descansar en la segunda (aunque como ya os contaré hay tantas cosas que hacer en Maldivas que tampoco es todo tumbona y daikiri) El primer destino lo teníamos claro porque Mr.Chu decía "o hay chuches en la boda y vamos a Japón o no me caso" (dice que de broma pero no quería arriesgarme a que fuera verdad), él es un enamorado de la cultura japonesa así que no había más que hablar. Es curioso cómo yo creía que Japón no me iba a entusiasmar y él pensaba que en Maldivas se iba a aburrir (no le gusta la playa) y al final los dos terminamos nuestra Luna de Miel diciendo que la repetiríamos. Pero bueno, que me enrollo... vamos al lío.


Día 1: Kansai - Osaka

Tras salir el día 15 de septiembre de Madrid a las 15.30 y hacer una escala en Doha, llegamos al aeropuerto internacional de Kansai el día 16 de septiembre a las 17.05. Allí conocimos a Michiko, la que sería nuestra guía durante todo el viaje, que nos acompañó al hotel en Osaka (Rihga Nakanoshima Inn) y nos dijo que tendríamos el resto del día libre para dar una vuelta a nuestro aire. Estábamos un poco cansados, así que paseamos por los alrededores y, como polillas a la luz, nos metimos en un sitio muy muy pequeñito con barbacoas con carne de kobe que olía fenomenal. El inglés no nos sirvió de mucho, pero como el de los gestos es idioma universal, no tuvimos problemas para cenar.
A ver quién es el guapo que se aclara con la carta
No me digáis que no es como venir a Madrid y meterse en la primera tasca que encuentras

Día 2: Osaka - Nara - Kioto

Desayunamos en el hotel y nos encontramos con Michiko en la recepción. Allí conocimos a todas las parejas con las que compartimos tour, muchas de las cuales también habían elegido continuar su Luna de Miel en Maldivas. Aunque sé que hay muchos detractores de los tours, a mí en según qué países sí me gusta que me guíen. Manejarse en Japón con el metro y el transporte no es fácil y se agradece tener una ayuda. Además se crea muy buen ambiente con los compis y, aunque tengas tus momentos de intimidad, también es divertido tener un grupo con el que ir de karaoke o tomar algo. Primero fuimos a conocer el Castillo de Osaka y he de decir que ya la primera visita me impresionó. El castillo está en medio de unos jardines preciosos y choca encontrarte con las típicas construcciones japonesas que tanto has visto en la tele. Sus techos verdes y sus adornos dorados eran preciosos. 


Después, como si quisieran hacernos una tratamiento de choque antigüedad-modernidad nos llevaron al Observatorio "Jardín Flotante" en el Edificio Umeda Sky (sus escaleras mecánicas y su estructura impactan, de verdad) y desde allí pudimos ver toda la ciudad. Tomamos un almuerzo en un restaurante local (que es lo que menos me gustaba de estos tours porque te plantaban comida internacional como macarrones o tortilla en vez de comida japonesa) y nos dirigimos hacia Nara.


Nara es, posiblemente, el lugar que más me impactó de todos. De hecho cada vez que alguien me dice que va a visitar Japón le digo que no se lo puede perder. Y es que conjuga varias cosas, primero, que es un paraíso para ciervos (de hecho allí se encuentra el Parque de los Ciervos Sagrados), que viven sueltos y campan a sus anchas entre los visitantes. Y segundo, porque el templo Todaiji tiene una enorme imagen de Buda de bronce que difícilmente podré olvidar. Además también hay un santuario Shintoísta (el de Kasuga), por lo que varias corrientes religiosas se dan cita en un mismo lugar.


Después de todo el día fuera, volvimos a nuestro hotel (en este caso el Kyoto Tower) He de decir que era un hotel muy bien posicionado. No solo porque tenía fácil acceso al metro, sino porque estaba cerca de numerosas tiendas electrónicas por las que Mr.Chu me hizo buscar gangas constantemente.  Además, tiene un mirador en su parte superior desde el que poder ver la ciudad. Esa noche encontramos un restaurante japonés en el que descubrimos dos verdades: la primera. que encontrar el sushi que solemos ver aquí no era tan común y, la segunda, que nuestro nivel de dulce no es el mismo que el suyo (digamos que Mr.Chu quería más azúcar del que le daban)


UN TRUQUITO PARA AHORRAR PERO PERMITIRSE LUJOS: No quiero terminar sin contaros algo que hicimos nosotros. Como en Japón íbamos a estar caminando todo el día y solo pisábamos los hoteles para dormir, ajustamos el presupuesto yendo a hoteles más económicos (aunque me arrepiento de no haber estado en un ryokan) y tiramos la casa por la ventana en Maldivas, donde cogimos una cabaña "over the water" que era la caña y de la que os hablaré en su momento. No me adelanto más, el jueves que viene os contaré nuestras aventuras los días 3 y 4 y nos tocará visitar Kioto y Hakone. ¡No os lo perdáis!



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