El parto de Alonso

Tenía pendiente contaros mi experiencia en el parto de Alonso, en esta ocasión diferente al de Martín porque mientras que el primero se desencadenó por sí solo ya cumplidas las 41 semanas, en el caso del segundo una serie de acontecimientos hizo que los profesionales decidieran inducirlo en la semana 40 + 5.


Al habernos mudado a otra zona de Madrid, decidimos que pese a estar muy contentos con la maternidad de O´Donnell ya que el parto de Martín fue tan rápido (unas cinco horas desde la primera contracción pese a ser primeriza), preferíamos buscar algo que estuviese cerca de casa por si también corría que se las pelaba la nueva criatura. Y por cercanía, nos decantamos por el 12 de Octubre. Aquí he de hacer un inciso, y es que pese a que no tenemos ninguna queja de los profesionales que nos atendieron durante el parto, las instalaciones de uno y otro hospital (ambos públicos) parecían tener años y años de diferencia. De hecho, pasar de la zona de dilatación al paritorio en el 12 de Octubre era como cambiar de hospital. Me consta que lo están reformando por fases pero da un poco de pena ver las diferencias entre unos centros y otros, cuando siendo públicos todos deberíamos poder optar a las mismas comodidades. Pero bueno, que me voy de madre...

El 20 de agosto acudí a mi consulta rutinaria de monitores para comprobar cómo iba todo y que me dieran cita para, de no nacer por sí solo, acudir al hospital a que me lo provocaran. Durante esa consulta vieron que estaba dilatada de 2 cms y me ofrecieron hacerme la maniobra Hamilton para "ayudar" a que Alonso se decidiera a salir. Yo prefería que se desencadenase por sí solo antes de recurrir a la inducción en el hospital, así que acepté y me la realizaron. Al comprobar el resultado de monitores vieron que había un parón en la gráfica y me dijeron que fuera a urgencias para comprobar si era el corazón del niño o una pérdida de señal puntual del monitor.

Acudimos a urgencias directamente al 12 de Octubre y a las 12.30 paso a monitores de nuevo. Sale todo bien, pero me instan a hacerme otro monitor a las 15.00 para dejar atrás otro tipo de dudas. Allí estamos a esa hora hacemos monitores y... esperamos... esperamos... esperamos... Quiero dejar claro que lo próximo no es una crítica a los profesionales, sino al sistema que no les dota de medios. Desde que salimos de monitores a las 15.45 hasta las 20.30 que nos volvieron a llamar estuvimos sin saber si nos quedábamos o nos íbamos en una sala de espera. No es ya por la tarde perdida cuando no necesitas pruebas ni análisis que requieran tiempo en el laboratorio (que también, y más con Martín allí), sino porque se trata de que alguien pueda leer una gráfica y decirte si tu pequeño tiene el corazón bien o algo falla. Fueron más de cuatro horas viendo entrar y salir gente con la incertidumbre de saber qué pasará, un claro ejemplo de que nuestra sanidad pública está saturada y necesita que la mimen. Pero bueno, finalmente me dicen que me van a dar el alta porque todo está bien, pero que antes quieren hacerme un tacto. 

Durante el mismo, la ginecóloga fue bastante brusca (lo siento, con lo que dolió un simple tacto esto sí es una crítica, la única, a esa profesional) y me comentó que no sabía si la bolsa estaba fisurada o no (cuando yo toda la tarde había estado sentada en la sala de espera sin pérdidas) así que me iba a quedar ingresada para inducir el parto a la mañana siguiente. Era el momento de poner en marcha la operación "Óscar, lleva al niño con mi hermana que aquí nos quedamos". Por una parte me tranquilizó saber que, habiendo dado positivo en el estreptococo, lo bueno de que me ingresara era que íbamos a empezar desde ya con el antibiótico; ya que tener un parto corto como el de Martín me agobiaba por si no me daba tiempo a que el tratamiento antibiótico durara el tiempo suficiente.

Y en la sala de expectantes comienza la cámara oculta (leed con atención que es la anécdota que siempre le contaremos a Alonso)... Nos tocó compartir habitación con otra pareja. Estábamos relajados, no estábamos de parto y teníamos que descansar para coger fuerza para lo que nos esperaba al día siguiente. Peeeeeero... nuestros compis de habitación tenían otros planes. Primero comenzaron viendo una misa Gospel a todo volumen en el móvil (sin cascos ni nada), así que entre gritos de "Fire, fire" Óscar y yo nos mirábamos sonriendo alucinados. Menos gracia nos hizo cuando a las 00.40 Óscar les tuvo que decir que por favor lo quitaran que queríamos descansar. ¿Lo apagaron? Sí, pero entonces la parturienta llamó a alguien y comenzaron a rezar en voz alta y con cánticos vía móvil. Óscar es más civilizado y les llamó la atención mientras yo me mordía el puño y decía "¿pero esta tía no tiene que parir mañana? ¿no quiere descansar?" Hasta aquí la anécdota, y seguimos...

A las 10.30 pasamos a la sala de dilatación y a las 11.00 comienza el goteo por oxitocina pero como aquello no se anima de ninguna forma, nuestro matrón decide romper la bolsa alas 13.00. ¡Ay amiguitos! Que yo no sé si fue toda la oxitocina que llevaba encima o qué, pero fue romper la bolsa y comenzaron a darme unas contracciones brutales en solo un par de minutos. Una, que soñaba con que al estar ya en el hospital le pusieran la anestesia lo antes posible clama por la anestesista, llega a las 14.20, me pone la primera carga de epidural y... Y que dio tiempo a que reaccionara nada y menos porque me tienen que llevar corriendo al paritorio, donde a las 14.45 ya tengo un tierno bebé entre los brazos. Vamos, que yo estaba pariendo y viendo cómo había gente que se ponía guantes y mascarilla porque les pilló a todos por sorpresa tanta rapidez. Hago hijos monísimos y partos rápidos, así soy yo.

A mí me dieron tan solo un punto y el peque nació con 3,200 kilazos. Finalmente su corazón estaba bien y nosotros éramos uno más. Nos conocimos durante un par de horas y cuando tocó subir a la habitación (esta vez ya individual) el padre se fue a por el súper hermano mayor. Si no quisiese preservar su identidad cual super héroe os enseñaría el vídeo de cuando Martín entró a la habitación. La cara de ilusión con la que se acercó a su hermano es difícil de olvidar.

Y disculpad por el troncho, quería contaros con todo detalle por qué este parto había sido inducido. Como ya os dije en redes fue una sorpresa para familiares y amigos. Salíamos de cuentas el 15 de Agosto pero no queríamos ni que nadie condicionara sus vacaciones por ello ni que, si se retrasaba como Martín, nos agobiaran a llamadas y mensajes (y menos mal porque se retrasó); así que todo el mundo pensaba que la fecha de salida de cuentas era el 1 de septiembre (si, incluidos nuestros padres). Si me preguntáis por la experiencia en ambos hospitales os diría que pese a que todo ha ido bien y no tengo grandes quejas (unos vecinos tarados pueden tocarle a cualquiera y una ginecóloga brusca también), si tengo que elegir (y en mi situación, sin necesitar nada especial y siendo partos no complicados) me quedo con la maternidad de O´Donnell. Instalaciones más modernas, habitaciones con mayor sensación de limpieza... por comodidad, sí; pero porque afortunadamente ni en un caso ni otro necesitamos más y no tuvimos que evaluar otras variables. 

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