Hace dos años, a estas horas, ni siquiera nos planteábamos que pudieras llegar a nuestras vidas. Sí, habíamos salido de cuentas, pero no dabas ninguna pista de querer salir. A las 15.00 la cosa cambió, empezaron las contracciones porque venías con prisa y a las 20.00 te teníamos en nuestros brazos. Esa primera noche, ya nos enseñaste cuáles iban a ser tus intenciones: un niño tranquilo, que se adaptaría a nuestro estilo de vida más de lo que tú nos pediste que nos adaptáramos a ti.
Ha pasado el tiempo y aunque has sido un bebé monísimo, no echo en falta esa etapa, porque la que estamos viviendo es mucho más divertida. Empieza a notarse tu personalidad, a dejarse ver el niño que vas a ser: divertido, con ganas de aprender y hacer las cosas por ti solito, cariñoso, amante de los animales y sonriente, valiente y curioso. Un poco cabezota, pero siendo mi hijo no podíamos esperar menos. Empieza a soltarse esa lengua de trapo y comienzas a comprender que sólo con poner una de tus caras puedes hacer que nos partamos de risa.
Hoy dedicaremos el día a divertirnos los tres juntos. A disfrutarte y celebrar que nos eligieras como padres. Nos queda mucho por aprender, mucho por enseñarte y mucho por vivir; pero seguiremos intentando ser la mejor versión de nosotros mismos para que tú puedas descubrir cuál es el mejor tú. ¡Esperamos hacer bien nuestro trabajo!
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