El título del post de hoy parece un libro de Teo, pero quería esperar a que asistir al "cole" fuera rutinario para hablaros del período de adaptación de Martín y nuestro nuevo día a día. En nuestra escuela infantil nosotros entramos con ellos y llegamos hasta la puerta del aula (que sé que en cada una esto se hace de una manera), donde nos despedimos y nos recibe la educadora. Los dos primeros días nuestro horario fue de 9 a 11 y a partir de ahí, su horario normal (de 8.30 a 13.00). Es una suerte que al trabajar desde casa yo pueda avanzar en la mañana pero pasar toda la tarde con él.
Los dos primeros días fueron estupendos. Él se quedó sin llorar y estuvo jugando las dos horas. A partir del tercer día la cosa cambió. Toooooodas las mañanas se queda llorando pero la profe dice que enseguida se le pasa, se pone a jugar y participa en todas las actividades. Vamos, que una vez que mamá sale por la puerta, se olvida de ella rápido.
Martín se queda a comer y en esto no tenemos problema alguno. Como es un poco cabezota lleva semanas queriendo comer solo y no te deja manipular los cubiertos. Así que para no ir hacia atrás, decidimos con las educadoras que aunque al resto de niños les dieran de comer a él le dejarían solito; cosa que agradezco mucho porque cada niño vive en una etapa y es genial que se respeten sus avances. A la hora de comer le sientan el primero, le ponen su comida y él come a su ritmo (normalmente intenta manejar el tenedor o la cuchara pero si ve que no acierta acaba comiendo con la mano). Obviamente están sentadas a su lado dando de comer al resto de niños, así que si ven que tiene problemas le ayudan.
Sus mañanas son de los más entretenidas. Va poquitas horas y, quitando la que pasa comiendo, el tiempo se pasa volando. Algo que me gusta mucho es que cada lunes nos dicen cuál es el plan para cada día de la semana: el lunes hicieron Asamblea y llamaron a cada niño por su nombre para que aprendan a identificar a sus compañeros, hoy por toca dibujar la silueta de su mano en un papel para colorearla después; mañana, jugar con pelotas en el patio y seguir un circuito; el jueves, saludar en inglés y decir los tres primeros números (un día a la semana en su escuela infantil se habla en inglés...) y el viernes, leerán el cuento del mes, harán un ratito de relax y después de comer saldrán a jugar al patio.
Pensamos mucho lo de llevar a Martín a la escuela infantil. Yo por un lado prefería ahorrar ese importe y que pasara algún año más hasta que el peque dejara de estar en casa conmigo. Pero es verdad que a medida que creía me era más difícil compaginar trabajo y cuidado de Martín así que dije "bueno, vamos a probar". No solo mis mañanas son más fructíferas en cuanto a trabajo se refiere sino que por la tarde puedo dedicarle más tiempo de calidad. Antes estaba pendiente todo el rato de "a ver si le distraigo con algo y mando ese mail o hago esa llamada", o deseaba que llegara a casa Mr.Chu para ponerme a trabajar. No conseguía organizarme bien y acababa todos los días frustrada por las cosas que se acumulaban. Ahora, sé que mi pico de trabajo es en la mañana y aunque es lógico que a veces tengo que completarlo, el tiempo que estoy con Martín es para Martín, sin pensar en otras cosas o intentar que se despegue. Creo que ambos hemos salido ganando y que mi maternidad ahora es más consciente.
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1 comentarios
Me parece muy buena forma de dedicar más tiempo como tú dices 'de calidad ' mucha suerte a Martín en su nueva etapa
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