Me parece innegable que educar es cuestión de los padres. Cuando nuestros peques van al cole hemos hacer tándem con el profesorado (cuya labor en enseñar, que educaditos han de ir de casa) para lograr hacer de nuestros peques las mejores personas posibles en cuanto a valores. Pero hay algo que me chirría, y es que muchas veces no somos capaces de hacer equipo (tal y como lo haríamos en el cole) con nuestros allegados. ¿Quién no ha tenido que justificar una decisión ante un familiar o un amigo? ¿Quién no ha sentido que en algún momento estaba siendo cuestionado y cuando se daba la vuelta lo hacían todo de modo completamente diferente a cómo a ti te hubiera gustado?
Y es que como padres, tenemos que "marcar nuestro territorio", elegir la forma en la que queremos educar a nuestros hijos y, aunque podamos escuchar sugerencias (y consejos que muchas veces no pedimos), cuando tomamos una decisión en materia de educación de nuestros hijos, basta ya de guardar las formas y no poner en valor nuestra forma de actuar por no llevarle la contraria al otro. No es que "los jóvenes ahora creamos que sabemos de todo" como he llegado a escuchar a veces, es que una vez que nos informamos a través de las herramientas que tenemos a nuestro alcance y tomamos una decisión, queremos que se trabaje en esa dirección.
"En mis tiempos las cosas se han hecho así", "yo he usado esto con vosotros y tan mal no habéis salido"... son frases que nos hacen cuestionarnos si lo estamos haciendo bien como padres, y la maternidad es demasiado complicada como para que encima nos llenen la mochila de dudas. Como padres, educar y criar a nuestros hijos son las labores en la que hemos de poner más empeño y debemos tener la madurez suficiente para sentar las bases de cómo queremos hacerlo, poner el puño en la mesa y hacer ver a los demás que, aún agradeciendo sus consejos, hemos decidido tomar nuestro propio camino.
Abrazar la maternidad viene acompañado de millones de cuestionamientos: si usas orinal, reductor o si aún no has comenzado la operación pañal; tu manera de afrontar su miedo a la oscuridad; si le das purés o BLW; si no le obligas a dar besos y eso es hacer lo que el niño quiera... Yo personalmente ya he aprendido a que las cosas me entren por un oído y me salgan por el otro. Miro a Martín y digo "pues mira, tan mal no lo estamos haciendo" pero entiendo que hay personas que son mucho más susceptibles a este tipo de comentarios. Si es tu caso, te doy un consejo: pasa de todo. Confía en ti como madre y acércate a aquellos con los que no te sientes cuestionada y en los que confías para que acompañen a tu hijo en su desarrollo porque sabes que van a respetar sus ritmos y tus decisiones. ¿Que escuchas un consejo y te convence? Pues cambia lo que estabas haciendo. ¿Que sigues pensando que la opción que elegiste es la mejor? Pues defiéndela. Cuando se trata de tu hijo, no tengas miedo de decir lo que piensas.
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