Tengo este blog casi abandonado, lo sé. Una mezcla de desidia y falta de tiempo a partes iguales. Aún no me había pasado por aquí a hablar de embarazo de Alonso más que para daros la noticia y aunque están siendo gestaciones muy diferentes (con Martín ni me enteré y con éste estoy pasando por todos los estados de malestar posibles) hoy no quiero hablar de eso, sino de la diferente perspectiva con la que mi cabeza ve ambos procesos.
Recuerdo que en el caso de Martín obviamente pensaba en que naciese sano, pero que por mi cabeza pasaban un montón de ideas sobre cómo sería: si tendría los ojos de papá, si heredaría la melena de mamá (justo al revés, los ojos marrones de mamá y pelo fino y desperdigado de papá), cómo sería su cara... Aquello parecía la lista de los Reyes Magos.
Con Alonso no hay "preocupaciones" o "ideales" sino que he notado que el hecho de que esté sano y todo vaya bien es lo único que ronda mi cabeza. Y lo curioso es que no es por él en sí mismo. Tengo la suerte o desgracia de rodearme de mamis que han tenido que lidiar con las cartas que les han tocado y lo están haciendo realmente bien. Suena mal decirlo y es un poco de flipados, pero sé que si fuera nuestro caso también saldríamos adelante. Lo que me preocupa no es que Alonso esté bien, o que nosotros no tengamos que entregarnos a su cuidado. En este segundo embarazo, lo que me preocupa es precisamente el primero.
¿Cómo? Pues eso, que en el caso de que tengamos que plantarle cara a algún tipo de envite sepamos ser los padres que Alonso necesita sin dejar de ser los que Martín tiene. No sé si habéis visto películas como "Camino" o "Wonder" (si no las habéis visto y estáis embarazadas no es el mejor momento para hacerlo) pero lo que realmente me preocupa es la figura del hermano desplazado. No es una cuestión de celos entre hermanos, sino de saber llegar a cubrir las necesidades de ambos. De estar a la altura tanto del que llega como del que ya está.
Por eso digo que, en este segundo embarazo, los miedos han cambiado. Porque ya no eres responsable de una persona, sino de dos. Y lejos de imaginar cómo será, noto que la necesidad de que todo vaya bien se agudiza más que nunca. Ojo, que es lógico que la salud de nuestro hijo esté presente en nuestros pensamientos y, obviamente, no es algo que me obsesione o en lo que ande pensando todo el día. Pero me llama mucho la atención cómo "preocupaciones" del primer embarazo son banales en éste segundo. ¿Alguna mami reincidente a la que le haya pasado lo mismo en la sala?
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